En los parajes de Pino Doncel y El Carrerón se han
documentado asentamiento fenicios y romanos, mas la consolidación
e importancia histórica de Ricote se produce a raíz
de la invasión árabe. Conscientes de su privilegiada
situación estratégica para dominar el valle,
cerca de un río que discurre por entre elevados riscos,
los árabes levantaron varias fortalezas para comunicarse
y advertir del paso de las mesnadas castellanas.
La Crónica General vuelve a citar la comarca con ocasión
del levantamiento del emir de Ricote: "En junio de
1228 levántose en el castiello de Ricot, en término
de Murcia, un moro que diziem Abenhut".
La insurrección prosperó en gran parte de la
España musulmana y, especialmente, en el sureste, donde
llegó a acuñarse moneda. Tras la incorporación
del Reino de Murcia a Castilla, el Infante Alfonso donó
la villa en 1243 a Enrique Pérez de Arana, permaneciendo
bajo su mando hasta 1285, año en que Sancho IV la cedió
a la Orden de Santiago.
Algunos historiadores sostienen que en Ricote surgió
una comunidad de destacados místicos y pensadores musulmanes
de entre los que sobresalía Al-Ricotî, médico
muy prestigiado entre los muslimes españoles por sus
conocimientos de medicina, filosofía, lógica,
aritmética y música, hasta tal grado que Alfonso
X El Sabio creó un centro de investigación para
que lo dirigiera. El arraigo de la población árabe
en el valle se vio cercenado por el decreto de expulsión
promulgado por Felipe III en 1613. Aunque el concejo de Murcia
llegó a solicitar al monarca que se les excluyera por
su intachable comportamiento, todo fue en vano.
El Archivo Histórico de Murcia conserva el escrito
que los propios mudéjares enviaron a Felipe III implorando
su derogación con alusiones a la fe cristiana, lo que
apenas sirvió para retrasar su destierro seis años
más tarde.
Cabrera de Córdoba precisa que en 1614, a 8 de febrero,
muchas moriscas del Valle de Ricote se casaban con cristianos
viejos para no marchar, pero que también matrimonios
de la raza, que se tenían por honrados, entraron en
religión, ellos de frailes, de monjas ellas.
Dos mil quinientos mudéjares fueron obligados a abandonar
las tierras heredadas de sus antepasados y el valle quedó
prácticamente despoblado, como lo demuestra el hecho
de que un siglo más tarde sólo lo habitaran
83 vecinos.
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