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Iglesia
parroquial de San Sebastián
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Su pasado histórico y monumental brota en la angostura
de sus calles y en las fachadas blasonadas de añeja
arquitectura, como la sede de la Encomienda o la casa de Hoyos.
Las obras de la iglesia
parroquial de San Sebastián, edificiada sobre
los restos de otro templo levantado sobre la antigua mezquita,
comenzaron en 1737, y el desaparecido retablo mayor se construyó
entre 1721 y 1734.
En una visita que la Encomienda realizó en 1721 se
alude a que adornaba el presbiterio un retablo antiguo pequeño
con algunas pinturas, y echuras de Christo Señor Nuestro
y de Maria Santisima y todo el muy carcomido e indecente,
con un sagrario pequeño antiguo en el que no cabía
la custodia, si solo el vaso sagrado pequeño.
El retablo de Nuestra Señora del Rosario, igualmente
desaparecido, se realizó en aquellos años y
fue costeado por la vecindad.
El templo, declarado monumento histórico-artístico,
conjuga belleza y armonía. En la fachada de piedra
figura la imagen de San Sebastián y en su interior
hay símbolos de la orden de Santiago, un sotocoro de
reminiscencias románicas, una pila bautismal de 1683,
un órgano construído en 1743 por Josef Messeguer
y una espléndida talla de San José esculpida
por Salzillo en 1746.
Las imágenes de San Joaquín y San Sebastián
pertenecen a la escuela barroca de Murcia y la torre, de tres
cuerpos, tiene reloj y campanario.
Otro edificio declarado de interés histórico-artístico
es la casa de los Alvarez-Castellanos o Palacio de Llamas,
construído en 1702. Lo más destacado son los
sillares barrocos de la fachada y la escalera interior con
una baranda imperial de madera cuyos barrotes representan
columnas salomónicas.
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